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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Jueves 26 de marzo de 2015

DECLARACIÓN POLÍTICA DE LA LTS

ANTE LA INTROMISÓN IMPERIALISTA Y LA CRISIS ECONÓMICA

LTS


¡POR UNA VERDADERA PERSPECTIVA REVOLUCIONARIA ANTIIMPERIALISTA!

¡BASTA DEL AJUSTE QUE EMPRESARIOS Y GOBIERNO DESCARGAN
SOBRE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO!

La inaceptable intromisión imperialista

El decreto de Barack Obama no se limitó a validar las sanciones que ya había aprobado el Congreso estadounidense en diciembre pasado, sino que las “implementa y amplía”, sentenciando que “la situación en Venezuela, incluida la erosión de garantías de derechos humanos por parte del Gobierno de Venezuela, la persecución de oponentes políticos (…) constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política externa de Estados Unidos, y yo por la presente declaro emergencia nacional para abordar esa amenaza”. La definición de Venezuela como “amenaza a la seguridad nacional” de los EE.UU. y la declaratoria de “emergencia nacional”, le permitirían ir más allá de lo aprobado por el Congreso en materia de medidas contra el Estado y el gobierno de nuestro país, como en este caso, las sanciones a 7 funcionarios.

Es una intromisión en el más clásico descaro imperialista. Se hace en nombre de los “derechos humanos”, cuando el imperialismo yanqui es el campeón mundial en violentar los más elementales derechos económicos, sociales y políticos de millones de seres en todo el mundo, incluso asesinando masivamente cada vez que ha querido. Se hace en nombre de la “seguridad nacional” y la “política externa” de los EE.UU., es decir, queda claro que lo que se impone son los intereses estadounidenses, la supuesta “preocupación por el pueblo venezolano” es una farsa total. Y, lo más importante, la principal potencia capitalista del mundo se abroga la potestad de interferir en el curso de la situación nacional, aplicando sanciones y presionando.

No se trata de defender la actuación represiva de los funcionarios del gobierno ni sus posibles riquezas malhabidas, el asunto es que ajustar cuentas con quienes reprimen o los corruptos del país (sean del gobierno o la oposición) es un derecho que compete solo a nuestro pueblo, a las mayorías trabajadoras y pobres de nuestro país, no al gobierno yanqui, cínico mayor, que apoya descaradamente a cualquier cantidad de gobiernos y regímenes antidemocráticos, incluso racistas (como Israel), porque son sus aliados. Por eso esto no es sino parte de la escalada imperialista que busca debilitar más al gobierno de Maduro porque no es su aliado, porque es parte de los gobiernos que ganaron autonomía política frente a Washington, montados sobre los grandes procesos de lucha que libraron las masas explotadas y pobres de Latinoamérica en las últimas décadas. El imperialismo busca fortalecer a sus aliados nacionales, la oposición de derecha. Esas son las verdaderas razones de la intromisión.

La oposición: vergüenza nacional

La ubicación de la derecha es totalmente vergonzosa, yendo desde los que abiertamente avalan el decreto de Obama, hasta los que, sin siquiera denunciar la intromisión, recomiendan “mejorar las relaciones” con EE.UU., pasando por los que pretenden minimizar la agresión haciendo demagogia con que “los verdaderos problemas de los venezolanos son la escasez, la inflación y la inseguridad”.

En cualquiera de sus variantes, demuestran su carácter antinacional. Bien sea apoyando, mirando para otro lado, o hablando de “buenas relaciones”, como Julio Borges, quien declaró: “la obligación del gobierno venezolano es mantener las mejores relaciones con todos los países del mundo, para que haya inversiones en el país, intercambios culturales y educativos, cualquier fricción de esas relaciones afecta al país”. Es decir, independientemente de si un país imperialista -¡no cualquier “país”!- quiere imponer relaciones de dominación, debemos tener “las mejores relaciones” con él.

Esta ubicación vergonzosamente sumisa, lacaya, obedece al carácter proimperialista de esta oposición, que hace demagogia con los padecimientos del pueblo, pero cuyo programa no solo es abiertamente proempresarial (¡que los empresarios ganen y hagan todo cuanto les venga en gana!), sino también de subordinar al país a los intereses políticos y económicos de los EE.UU. y los imperialismos europeos.

Por eso, una y mil veces debemos decir que no merecen la más mínima confianza de los trabajadores y el conjunto del pueblo, que debemos tener bien en claro que cuando hablan de nuestros problemas no son sino unos grandísimos demagogos. Que en nuestras luchas debemos guardar la más completa independencia ante esta fracción política de la clase capitalista.

¿Se viene la intervención militar?

El gobierno, después que reaccionó al decreto con verbo encendido, viró hacia una política de buscar el diálogo -declaró Maduro: “Obama se metió en un enredo, yo no voy a contribuir a enredarlo más (…) yo tiendo la mano al gobierno de Estados Unidos para que avancemos juntos en diálogo franco (…) para que se subsane este grave problema que se ha creado”-, así como buscando apoyo diplomático y político en la UNASUR, CELAC y ALBA, incluyendo una comisión para interceder ante el gobierno estadounidense para facilitar el diálogo.

Pero junto a esto, el discurso del gobierno hacia el pueblo es que a este decreto le seguirá un bloqueo económico e, incluso, una intervención militar -“las bombas no tienen nombre”, fue la consigna escogida-, por lo que viene realizando ejercicios militares, “cívico-militares”, y convocando a estar “movilizados para la defensa de la patria”. Según el Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, “más de 30 mil personas” se han registrado en las últimas semanas a la Milicia Bolivariana, como parte de un “gran nacionalismo (que) se ha despertado”.

Por supuesto que ante una amenaza de intervención militar imperialista el país debe prepararse, y no hay dudas de que hay que estar en la primera línea de batalla, bregando por el armamento de la clase trabajadora y el pueblo, impulsando organismos propios (milicias, comités, etc.) que le permitan tener iniciativas y política propia como clase, para no quedar atados a la dirección del Estado burgués. Sin embargo, hay que ser serios en esto: la posibilidad de intervención militar no está planteada en las actuales circunstancias.

El decreto de Obama se ha topado con la oposición de gran parte de los gobiernos de la región (incluso de algunos de sus aliados), quienes han respaldado a Venezuela. Ya esto muestra que agresiones a otro nivel, como una intervención militar, tendrían que superar muchos escollos, ante la correlación de fuerzas que hay en el continente, que incluye no solo a los gobiernos sino, fundamentalmente, las grandes masas obreras, populares, campesinas y la juventud, que sin duda alguna se pondrían en pie de batalla contra una eventual intervención militar y contra cualquier gobierno lacayo que la apoye.

Pero no solo esto, sino que la crisis del chavismo como régimen político, la baja popularidad de Maduro, con una crisis económica que continúa desarrollándose, y la posibilidad cierta de una derrota del gobierno en las venideras elecciones de la Asamblea Nacional, auguran un mucho mayor debilitamiento del gobierno y salto en su crisis de legitimidad, mediante los propios métodos institucionales, sin necesidad de que el imperialismo tenga que apelar a una política mucho más difícil de aplicar y de mucho riesgo, como sería una intervención militar. Más aún con el declive de la hegemonía estadounidense a nivel mundial y el empantanamiento que ya tiene con sus intervenciones militares en otras áreas del planeta, incluyendo la oposición de gran parte del pueblo estadounidense a nuevas intervenciones militares en el exterior.

¡Pero el imperialismo no es solo bombas, drones y bloqueo!

Sin embargo, aún sin que “lleguen los marines a Puerto Cabello o La Guaira”, o “los drones con sus bombas”, el país no está realmente liberado de la opresión imperialista, porque esta no consiste solo en imposiciones de la política internacional a otros países, o invasiones militares, ni solo por parte de EE.UU., como superficialmente lo muestra el gobierno: el imperialismo implica una dominación económica ejercida por las burguesías de las principales potencias capitalistas (EE.UU., Alemania, Japón, Francia, Inglaterra, España, etc.), que impone a los países subordinados transferir sistemáticamente una gran cantidad de recursos a estas potencias, y que impide a estos países desarrollar plenamente su capacidades nacionales, condenando a sus pueblos a cualquier cantidad de padecimientos.

Así, aun cuando el país, con todo el proceso vivido bajo el chavismo –incluyendo contundentes movilizaciones de masas, derrota de un golpe de Estado, etc.- ganó importantes márgenes de soberanía política, saliendo de la órbita de alineamiento con Washington, nuestra economía y nuestra sociedad no dejan de padecer los mecanismos de expoliación imperialista. Esa dominación sobre el cuerpo económico y social de nuestra nación se expresa en que no puede disponer realmente de todos sus recursos, porque una parte considerable va a mano de los capitales imperialistas, lo que contribuye a condenarlo –en esas circunstancias– a ser un país capitalista dependiente, que no desarrolla las potencialidades de sus fuerzas productivas y padece todas las consecuencias del caso.

La deuda externa es uno de esos mecanismos: una vía por la cual durante muchas décadas han ido a alimentar la usura del capital internacional cualquier cantidad de recursos que hacen falta en el país para su agricultura, la industria estatal y las necesidades del pueblo. Hay años, como 2013, en los que el pago de intereses y capital (5.804 millones de US$) ha sido superior al gasto en salud (5.022 millones US$) y casi igual que los gastos en seguridad social (6.239 millones US $). Solo entre lo pagado entre 2013 y este año serán casi 20 mil millones de dólares; en 2016 serán 10,7 mil millones y 12,7 mil millones en 2017.

Otro tanto pasa con las transnacionales, cuyo capital viene al país, entra en relación con la fuerza de trabajo nacional (valga decir, la clase obrera) y nuestros recursos naturales, obteniendo enormes ganancias que van a parar a las potencias imperialistas. ¡Es un saqueo que lleva más de un siglo!, sobre todo en el sector energético. A pesar de que el gobierno de Chávez supo pugnar con el capital petrolero para que al país le quedara una parte de la renta petrolera mayor que en períodos anteriores, hoy en nuestro país siguen actuando decenas de pulpos imperialistas tanto en petróleo y gas (en empresas mixtas donde son dueños de un porcentaje de acciones que va del 40% hasta el 100%), como en telecomunicaciones, banca, etc., girando multimillonarias ganancias para los centros imperialistas.

En ese regateo por hacer menos desigual la relación de intercambio entre el capital imperialista y la nación, o recuperar para la órbita estatal lo que una vez había sido estatal (con AD y Copei, o incluso Pérez Jiménez), pero el propio puntofijismo en su debacle neoliberal privatizó, el chavismo llegó a estatizar algunas empresas, pero por esa vía también se fueron, se van, y se irán millones de dólares. Porque el gobierno reconoció todos los derechos al capital imperialista y en realidad no hubo expropiaciones revolucionarias sino compras a precio de mercado, y cuando no hubo acuerdo en el monto, estos pulpos fueron a los organismos comerciales imperialistas que vienen fallando en contra del país haciéndole pagar millonarias sumas. Por ejemplo, en lo que va de marzo, tres sentencias del CIADI obligan a pagar más de 2 mil millones US$, y hay en fila una docena más de demandas.

Peor aún, Venezuela mantiene con casi todos los países imperialistas “tratados contra la doble tributación”, uno de esos países es, por cierto, EE.UU. Por el tratado con EE.UU., suscrito por el propio gobierno de Chávez en 1999, hay una cantidad de empresas estadounidenses que no pagan impuestos aquí sino en su país de origen, en una supuesta “reciprocidad”, las empresas venezolanas que operen allá solo pagan impuestos aquí: no hay que ser experto para darse cuenta de la gigantesca farsa que esconde tal “reciprocidad” y el carácter totalmente favorable al capital imperialista. Los cálculos que publicó Luis Britto García en 2009 al denunciar esto, hablan de una pérdida para el país de 18 mil millones US$ al año.

¡Por una verdadera política antiimperialista!

Es por todo esto que tendríamos que preguntarnos, ¿cuál sería el contenido más profundo de un grito del tipo “¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda!” -como lo dijo Chávez una vez- si no se rompe con ninguno de estos mecanismos imperialistas? Según el gobierno, si Obama echara para atrás su nefasto decreto y no hay sanciones a funcionarios del gobierno, sería la base para una relación libre de dominación imperialista, ¡sin echar abajo estas pesadas cadenas sobre nuestra economía y las necesidades de nuestro pueblo!

Es un “antiimperialismo” superficial, totalmente inconsecuente, que repite “¡Yanqui, go home!”, pero que en 15 años nunca se propuso romper con estas cadenas ni movilizó combativamente al pueblo tras ese objetivo. El imperialismo gringo organizó y apoyó un golpe de Estado que derrocó a Chávez por 48 horas, volvió a arremeter impulsando el paro patronal y sabotaje petrolero de dos meses para tumbarlo, ¡y ni aun así el “antiimperialismo” de Chávez dejó de pagar la deuda externa o echó abajo el tratado de no doble tributación!, en todos esos ataques que nos pusieron al borde de regímenes proimperialistas, participaron activamente empresas yanquis, ¡pero el capital imperialista estadounidense no dejó de hacer negocios y sacar ganancias del país!

La clase obrera y la juventud de nuestro país, junto a los sectores populares, debemos levantar una perspectiva que apunte a liberarnos realmente de las ataduras a las necesidades del capital imperialista. Mientras el país padece escasez de dólares, los hospitales y escuelas públicas necesitan recursos, así como las empresas estatales, el gobierno jamás ha dejado de pagar la deuda externa, nosotros debemos exigir con fuerza: ¡NO AL PAGO DE LA DEUDA EXTERNA A LOS CAPITALES IMPERIALISTAS! ¡Dinero para los hospitales, las escuelas, viviendas populares y salarios, no para la usura de esa deuda eterna!

Maduro se hizo aprobar una Ley Habilitante que llama “antiimperialista”, pero a las transnacionales ¡no se les toca! Nosotros debemos decir con fuerza: ¡¿Acaso no nos han sacado suficiente?! ¡POR UNA VERDADERA NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA PETROLERA Y DEL GAS! Suficiente saqueo hemos tenido durante un siglo, debemos recuperar lo robado e impedir que nos sigan esquilmando: ¡expropiación sin pago de todos los bienes y activos de estas transnacionales imperialistas!, ¡control obrero y popular verdadero de toda la industria energética, no en manos de los burócratas antiobreros y corruptos!

¡EXPROPIACIÓN SIN PAGO, BAJO CONTROL DEMOCRÁTICO DE LOS TRABAJADORES, DE LAS EMPRESAS IMPERIALISTAS! ¡NO MÁS PAGOS DE “INDEMNIZACIONES” POR LAS ESTATIZACIONES! ¡Por encima de los intereses de estos explotadores están las necesidades del país y del pueblo! ¡Dinero para las industrias públicas y las necesidades obreras y populares, no para los pulpos imperialistas!

¡ABAJO EL TRATADO DE NO DOBLE TRIBUTACIÓN CON LOS EE.UU Y TODOS LOS TRATADOS SIMILARES! ¡Basta se subsidiar las ganancias de las transnacionales imperialistas, exonerándolas de impuestos a costa de las necesidades nacionales, obreras y populares!

La “defensa nacional” como argumento contra las luchas de clase trabajadora

Pero no solo es la pelea contra los capitales imperialistas, el gobierno está aprovechando la intromisión estadounidense para reforzar su discurso (y acciones) contra las luchas obreras, planteando a través de sus ministros cosas como que, “Cuándo está en juego la defensa de la patria, ¿vamos a estar peleando por un beneficio de un contrato colectivo o aumento de salario?”. Comienza a instalar el lenguaje militar para hacer frente a los reclamos, negando cualquier crítica a Maduro y el gobierno entre los trabajadores del sector público, porque “hay que obedecer al jefe, más aún cuando se trata de la defensa de la patria”. Y lo mismo vale para negar el derecho huelga pues, según dijo el Ministro del Trabajo en “asamblea” con los trabajadores: “en estas circunstancias no se puede paralizar la producción ni la administración pública, y eso lo vamos a garantizar con las Fuerzas Armadas”.

En este sentido reactivan y buscan ampliar los llamados “cuerpos combatientes”, trabajadores entrenados y comandados por las FF.AA. para garantizar el funcionamiento de las empresas contra cualquier paralización. “Fortaleciendo el concepto de defensa integral de la nación –dijo el Ministro de la Defensa–, no debe haber empresa estratégica que no cuente con su cuerpo combatiente”.

En medio de una crisis económica que vienen descargando sobre nuestras espaldas, nos vienen a decir que no es legítimo luchar porque “está en riesgo la patria”: los empresarios especulan, aumentan precios, fugan dólares, adelantan suspensiones y despidos, persiguen a los que luchan; el gobierno devalúa el bolívar, autoriza aumentos del transporte público, prepara el aumento de la gasolina, alimenta la mayor parte de la recaudación con ese impuesto al bolsillo popular que es el IVA (que aporta el doble de lo que aporta el Impuesto Sobre la Renta), a los capitalistas les autoriza aumentos de precios, así como suspensiones y despidos, envía el SEBIN, el CICPC o la Guardia Nacional para amedrentar a trabajadores de empresas estatales y privadas que luchan, criminaliza con juicios penales a obreros que hagan huelga, ocupen una empresa o repartan un volante (cuando no directamente encarcelando, como a los obreros de Civetchi y Ferrominera).

Todo esto mientras mientras los banqueros y empresarios siguen ganando millones, mientras sigue impune la enorme fuga de dólares por burgueses tanto opositores como chavistas, mientras el capital imperialista sigue haciendo jugosos negocios en el país, y los altos burócratas del Estado amasando dinero o gozando de sus groseros privilegios. ¡¿Pero la clase trabajadora no puede ejercer el derecho a huelga para impedir el mayor deterioro de sus condiciones de vida?!

¡La lucha contra el imperialismo no está desligada de la lucha por las demandas obreras y populares!

La verdad es que no “está próxima una intervención militar”, pero incluso en ese caso extremo, tampoco podríamos aceptar que este Estado capitalista prescribiera los derechos de organización y lucha, porque precisamente en esas circunstancias crecerán las penurias de las mayorías, y más habría que luchar, no solo contra el agresor extranjero, sino también contra quienes querrán imponernos mayores sacrificios “patrios” mientras los empresarios, banqueros y burócratas del país mantienen sus privilegios.

Pero no solo eso, sino que es completamente equivocado –y una maniobra antiobrera, en nombre del “nacionalismo”-, pretender contraponer las demandas obreras y populares a la lucha contra el imperialismo, porque las necesidades de vivienda, salud, educación, servicios públicos y salarios, están asociados en muchos casos a esa expoliación de recursos que padece el país por el capital imperialista; incluso, una parte importante de nuestro proletariado está directamente bajo relaciones de explotación con estos capitales, en sectores estratégicos como el petróleo y el gas, la banca, telecomunicaciones, alimentación, higiene personal, etc., por lo que en la lucha por sus condiciones de vida se encuentra de frente con el capital imperialista.

Y más aún, expulsar realmente al capital imperialista del país, implica poner en pie de batalla a las mayorías explotadas y pobres, desarrollar un poderoso movimiento nacional, obrero y popular, para resistir las represalias y los ataques de estos explotadores y sus gobiernos, y tal fuerza social no se puede poner en pie limitándose en sus demandas y luchas, dejando de luchar para subordinarse a las órdenes de un gobierno que es antiimperialista solo superficialmente. Al contrario, es desplegando todas sus iniciativas de luchas, desarrollando sus músculos en cada pelea donde las demandas concretas por salarios igual al costo de la canasta básica, indexado periódicamente según la inflación, contratos colectivos, pase a fijo de los contratados, contra las suspensiones y despidos, por la libertad de los trabajadores presos por luchar y el desprocesamiento de los que tienen juicios por la misma razón, contra el uso de las FF.AA. y sus armas de fuego en el “control” de las manifestaciones (Resolución 8.610), por el control obrero y popular de precios, por el derecho a la vivienda, incluyan también las demandas antimperialistas.

Con nuestras propias organizaciones y métodos (asambleas, marchas, paros, etc.), ganando confianza en nuestras propias fuerzas, aprendiendo de las derrotas y preparándonos mejor para las próximas luchas. Es así como se puede ir forjando una fuerza social capaz de erguirse seriamente para conquistar una verdadera y completa independencia.

26 de marzo de 2015

Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)


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