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Periódico / DEBATES

Jueves 7 de noviembre de 2013

LAS ALABANZAS REACCIONARIAS A LA PROPIEDAD PRIVADA

La derecha miente: la crisis del chavismo no es la crisis de un proyecto socialista (I)

Por Ángel Arias


Con la crisis actual en la economía nacional la derecha aprovecha
para afianzar su propaganda contra la posibilidad de un
orden económico diferente al capitalismo, dice que se trata del
“fracaso del socialismo”. El gobierno a su vez es el principal
responsable de dar pie a esta campaña, porque se empeñó en
llamar “socialista” a lo que no pasaba de ser una variante dentro
del mismo capitalismo.

Que en estos años de chavismo
se ha “atacado y acosado”
la propiedad privada y que por
eso estamos en crisis, es un argumento
que repiten políticos
y “expertos” de la oposición
de derecha. Lo que demostraría
que “el socialismo fracasó”.
Pero la verdad es que ni la propiedad
privada es la base de la
prosperidad de la sociedad, ni
la política que se aplicó en estos
años es socialista.

Desde la mitad de sus años
en el gobierno en adelante,
Chávez se reivindicó “socialista”,
pero dejó claro que “su
socialismo” no chocaba con la
propiedad privada capitalista,
que no la negaba, etc., es decir,
no es socialismo nada. Una de
las bases indispensables para
una organización socialista
de la economía y la sociedad
es precisamente abolir la propiedad
burguesa [1]. ¿Por qué?
Porque esta constituye un robo
sistemático del trabajo realizado
en la sociedad, permitiendo
que una minoría impida al conjunto
de la sociedad aprovechar
los frutos del trabajo. Los
trabajadores producen y agregan
valor, pero lo que hacen no
les pertenece, son despojados
de su producto (bien que se
algo tangible o intangible), que
pasa a ser capital o propiedad
privada.

Así, los propietarios burgueses,
aún siendo una total minoría,
se apropian diariamente del
esfuerzo social colectivo, privando
de su goce a la inmensa
mayoría de la sociedad. Eso es
lo que está en la raíz de que, por
ejemplo, “en pleno siglo XXI”,
millones mueran por hambre,
sed, o enfermedades curables
mientras una minoría nada en
riquezas, o que la inmensa mayoría
de la sociedad solo consiga,
con gran esfuerzo, lo elemental
para vivir, mientras una
minoría vive en la opulencia.

Es la propiedad privada capitalista
la razón por la que la mayoría
de la humanidad no tiene
otra opción que una vida donde
todas sus potencialidades para
el arte, las ciencias, el deporte,
el disfrute creativo del tiempo
libre, etc., son mutiladas y no
las puede desarrollar porque
la mayor parte de su tiempo y
vida útil se les consume en el
trabajo alienante, que es apenas
un medio para poder comer,
vestir, tener vivienda, costear
el transporte para seguir
yendo a ser explotado todos los
días durante toda la vida, y para
criar la próxima generación de
explotados asalariados. Mientras
una minoría social, gracias
a “su” mal habida propiedad y
“sus” ganancias, está liberada
de esta realidad y puede dedicar
tiempo y vida al disfrute de
sus capacidades.

Esa porquería de sistema social
es lo que reivindican estos defensores
de la propiedad privada.
Ciertamente, el socialismo
se propone abolir este orden,
que no tiene hoy ninguna justificación
para existir, porque
la propiedad burguesa no es la
base de la prosperidad social
sino la causa de las crisis económicas
y sociales, es el principal
obstáculo para un desarrollo
humano y civilizatorio superior.
El socialismo persigue que
los medios de producción y de
vida sean de toda la sociedad,
para que el producto del trabajo
de todos sea de todos, para
que vuelva a la sociedad lo que
le ha sido expropiado por los
propietarios privados.

Sin embargo, esta no ha sido
nunca la perspectiva del gobierno.
Chávez nunca se propuso
reorganizar la sociedad
sobre la base de la propiedad
común de las empresas, tierras,
bancos, etc. Lo que se propuso
fue regular parcialmente
la propiedad privada, darle al
propio Estado burgués mecanismos
para incidir de alguna
manera en su dinámica y promover
un prometido “desarrollo nacional” con dosis de la
llamada “justicia social”: por
eso se limitó a controlar –y no
del todo– aspectos secundarios
del desenvolvimiento del capital,
como los precios de algunos
productos, el acceso a dólares,
estatizar/comprar alguna que
otra empresa, etc., mientras se
mantenía en pie todo lo fundamental
de la explotación capitalista,
la propiedad burguesa y
su sistema social. Ese esquema
de tibia regulación estatal de
la propiedad privada es lo que
está en crisis.

En la próxima entrega trataremos
el asunto de la dominación
del capital imperialista
sobre nuestro país, y cómo la
crítica “anti-socialista” de la
derecha se hace cómplice de
esto.

[1Más ideas al respecto en “¿De
qué hablamos cuando hablamos
de socialismo?”, En clave obrera
nº 24.






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