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Periódico / ENTREVISTA

Viernes 21 de marzo de 2014

ENTREVISTAMOS AL COMPAÑERO ANGEL ARIAS

“La mejor manera de prepararse para hacer frente a un posible golpe es que los trabajadores avancen en desarrollar su fuerza de lucha, sus métodos”



La coyuntura nacional pone en primer plano la discusión sobre el derecho democrático a la protesta y la represión. Del lado del gobierno se justifica la acción represiva del Estado con el argumento de que hay un “golpe de Estado en marcha”. ¿Qué posición sostener al respecto? Si hay un golpe de Estado en marcha, ¿cómo habría que combatirlo? Para precisar la posición de los socialistas revolucionarios de la LTS, hacemos esta entrevista al compañero Ángel Arias, ex dirigente estudiantil, trabajador estatal y dirigente de nuestra corriente.

Es común, entre los partidos y grupos de izquierda que apoyan al gobierno, avalar las medidas represivas del gobierno en nombre de “combatir a la derecha”. ¿Por qué si la LTS es una organización de izquierda revolucionaria, que también está contra la derecha, no apoya estas medidas?

Sencillo: porque legitimar las capacidades represivas del Estado es contrario a fortalecer la capacidad de lucha y movilización del pueblo trabajador. Y la única manera realista de enfrentar un curso más reaccionario o de derecha de la situación nacional es fortaleciendo los músculos y luchas de la clase obrera y el pueblo pobre.

Estamos hablando del mismo Estado que sostiene la explotación de los trabajadores, que enjuicia, reprime y encarcela luchadores obreros y populares. Esas medidas que circunstancialmente se aplican a sectores que se oponen por derecha al gobierno, son las mismas que caen ya –con más fuerza incluso– a las luchas más decididas de los de abajo; y se harán más frecuentes y más duras a medida que avancen las medidas de “ajuste” capitalista y la resistencia de los trabajadores. Incluso se le aplicarán con mucha mayor fuerza a cualquier corriente que surja a la izquierda del gobierno.

Legitimar que se violente el derecho a manifestar, a trancar calles, que el Estado aprese a manifestantes, que la policía política y la inteligencia militar intervengan en las movilizaciones de calle, que a quienes protestan los lleven presos a los comandos de la Guardia Nacional y del SEBIN, etc., es de una miopía política enorme –por decir lo menos–, pues fortalece las mismas instituciones que hoy tienen cientos de obreros procesados por luchar, que tienen obreros presos por querer formar un sindicato o hacer una huelga, que se meten en las fábricas y empresas donde hay luchas y amedrentan a los obreros, que reprimen las asambleas o manifestaciones frente a las empresas, que apresan a trabajadores que reparten volantes por su contrato colectivo.

Por ejemplo, ¿que se aplique censura sobre la transmisión de protestas y manifestaciones no es un arma que puede facilitar el aislamiento, derrota y hasta represión a luchas obreras y populares, con total impunidad porque nadie se va enterar? Estratégicamente, la criminalización por parte del Estado para quienes tranquen una calle o monten una barricada, no es acaso una soga en el cuello para el pueblo trabajador que para lograr sus demandas ha necesitado históricamente –y necesitará, de ahora en más– trancar calles y enfrentarse a los cuerpos represivos?

¿Pero entonces habría que estar con la oposición por el derecho a protestar?

No es así de mecánico y simple ¡Lo de la oposición es pura demagogia! No le interesan las libertades democráticas sino en la medida en que le son funcionales para su propia disputa por poder del Estado, por eso su “lucha” no es por las libertades de organización y movilización de los explotados y oprimidos. ¿Acaso vimos a la oposición movilizarse por el asesinato de los dos obreros en la toma de la Mitsubishi o de los tres dirigentes de la UNT- Aragua en 2007?, ¿entre sus exigencias está la absolución de los obreros de Civetchi presos, el juicio y castigo a los ganaderos y funcionarios responsables de los asesinatos de Sabino Romero y los Yukpa, el juicio y castigo los terratenientes responsables del asesinato de cientos de campesinos?, ¿exigen acaso que los empresarios cesen los acosos y retaliaciones contra los trabajadores que organizan un sindicato o pelean un contrato colectivo? ¡No!

Recientemente han elevado al máximo su demagogia al incluir, en sus “condiciones para el diálogo”, unas líneas referidas al cese de juicios a “dirigentes sindicales, gremiales, ambientalistas y comunitarios” procesados por luchar. ¡El descaro en pasta! De hecho, líneas abajo exigen “Eliminación de las leyes y normas que sabotean la capacidad productiva de trabajadores y empresarios”, entiéndase, eliminar normas legales que establecen derechos a la estabilidad laboral, a la organización sindical, etc., que, para estos representantes del capital, son derechos que “sabotean” la producción –tal como lo dijo claramente Mendoza en una de las reuniones públicas con Maduro. ¡Pero eliminar derechos laborales y económicos de los trabajadores es profundamente autoritario y antidemocrático! Echar abajo derechos de la clase trabajadora implica resistencia, luchas y, ¡mayores probabilidades de que criminalicen a los que pelean contra la explotación capitalista? Por eso lo de reclamar el cese de los cientos de juicios a trabajadores por luchar es una “demanda” totalmente demagógica de última hora, que jamás ha estado entre las demandas de la derecha, cuyo único objetivo es cazar incautos en estos momentos turbulentos, donde la oposición sabe que no logra hacerse con el apoyo de las mayorías trabajadoras y pobres del país.

También por eso, ¡ay de los que, en nombre de la “defensa de los derechos democráticos”, permitan la perniciosa demagogia de esta oposición reaccionaria y no los señalen claramente como lo que son! La defensa de las libertades democráticas debe ser tomada por las propias organizaciones obreras, campesinas y populares, de los estudiantes y corrientes políticas ligados a las luchas de los trabajadores y el pueblo pobre, no plegándose a la demagogia de la derecha, ¡que de paso tiene un pasado golpista y nadie puede asegurar que no terminará inclinándose de nuevo por “salidas” de este tipo!

Según algunos sectores del chavismo, se justifica la actuación de la GNB porque reciben agresiones verbales y físicas e, incluso, porque habría un asunto de origen de clase detrás, es decir, son funcionarios de origen humilde y los manifestantes hijos de la clase media mayoritariamente blancos, descendientes de Europeos

Bueno, eso es un soberano disparate, pretender justificar el accionar represivo de la Guardia (o las policías) con argumentos dizque “clasistas” o de “izquierda”. ¿Acaso los cientos de trabajadores y trabajadoras en lucha que han recibido golpes y represión de la GNB o las policías en estos años eran “chamos de clase media descendientes de europeos”? No hicieron falta “agresiones verbales y físicas” a los guardias para que reprimieran brutal y cobardemente a las obreras de Petrocasa o los obreros de Sanitarios Maracay –por poner solo un par de ejemplos. ¿Eran “hijitos de papá y mamá” los dos obreros que murieron baleados por la policía en la Mitsubishi? ¿Lo eran los trabajadores de Sidor reprimidos con saña en la lucha por la re-nacionalización de la empresa? ¡Y podemos seguir contando! La verdad que son vergonzantes estos argumentos.

De paso, un par de cosas más. Si algún campesino o trabajador efectivamente le grita –con razón– cuatro cosas a uno de los miembros de los cuerpos represivos, si en un forcejeo un obrero golpea a un policía, ¿está justificada, para estos “izquierdistas”, la represión y la saña de estos esbirros? Y lo otro, ¿qué absurdo es ese de pretender clasificar a los manifestantes de acuerdo a su color de piel o descendencia? Yo leí algo de eso, y se pudiera entender el esfuerzo “sociológico”, pero es muy pobre, y más aún cuando se pretende justificar la saña represiva: el asunto está en el contenido político, y aquí, por más “negro” y “de barrio” que sea un Guardia o un policía, su función y accionar es reaccionario, como brazo represivo del Estado capitalista.

El problema es que, para cierta izquierda en el país, no hay más que un gobierno (supuestamente) “revolucionario” y una clase media derechizada que protesta como excusa para un golpe de Estado de derecha, es decir, no hay trabajadores que luchan contra los capitalistas y contra el propio gobierno que es en muchos casos el patrón explotador, el gobierno no reprime trabajadores y campesinos, el Estado no enjuicia a cientos de trabajadores por luchar, etc. Por eso se les ocurre que la represión es solo la de un “gobierno revolucionario” contra “la derecha”. No les ocurre que, por ejemplo, militantes de izquierda junto a obreros en lucha lleguen a primera hora a la puerta de una fábrica a pegar carteles por la reincorporación de un trabajador despedido y a los pocos minutos llegue la policía a reprimir –como por ejemplo ocurrió hace pocos meses en Aragua a compañeros nuestros. O sea, viven en el mundo de VTV y los diarios gubernamentales, y claro, estos hechos de represión a las luchas obreras no tienen el apoyo ni destaque mediático que las manifestaciones de la oposición (y las marchas del gobierno).

En fin, si la oposición, en su supuesta “lucha por la libertad y la democracia” ignora por completo las libertades democráticas de los luchadores obreros y populares, sectores de la izquierda chavista también invisibilizan la represión a los de abajo.

Sin embargo, negarse a respaldar las medidas del Estado, ¿no es facilitar que se fortalezca la derecha?

No, de ninguna manera, todo lo contrario. Uno, porque esas medidas, como señalamos, no fortalecen a los trabajadores y sectores populares sino que los debilitan, ¡y eso es debilitar la única fuerza real que ha frenado y puede frenar ofensivas reaccionarias de la derecha! Y dos, porque implicaría echarse a los brazos de un gobierno que también tiene sus “buenas dosis” –por así decirlo– de prácticas “de derecha”. ¿O es “de izquierda” mandar al CICPC a apresar dirigentes obreros de la construcción que exigen derechos laborales elementales?, ¿es “de izquierda” encarcelar a los obreros de una ensambladora de carros por querer hacer hace un sindicato?, ¿no es bien “de derecha” decir que las empresas “quiebran” por culpa de las huelgas obreras, como hizo Maduro con el último paro en Sidor?

El punto clave es precisar bien de dónde vienen las políticas que fortalecen las cadenas de la explotación y las injusticias del capitalismo, y no quedarse en una esquema que no toma en cuenta las determinaciones de clase de la política y del Estado, que termina asumiendo que para enfrentar a una oposición por derecha hay que entregarse a un gobierno “de izquierda” que no deja de ser sostén de la misma sociedad de clases que convalida esa derecha.

En este caso, resulta que, por ejemplo, una política económica más “de derecha” no solo la propugna la oposición sino también el gobierno, de hecho ya la viene aplicando y la negocia más aún con los empresarios a partir de la fulana “Conferencia para la Paz”. El “ajuste” de la economía, que es descargar la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador, no lo está haciendo “la derecha” –no porque no quiera sino porque no gobierna–, lo está haciendo el gobierno que se dice “de izquierda”.

Entonces, avalar las medidas represivas del Estado es contribuir a imponer una correlación de fuerzas que permita aplicar el ajuste capitalista sobre una clase obrera golpeada y diezmada. Y esa sería la peor manera de prepararse para una eventual situación de golpe de derecha, porque si cada vez que los trabajadores intentar levantar cabeza el Estado y los empresarios los pisotean y los doblegan, una arremetida reaccionaria golpista los encontrará debilitados. Al contrario, la mejor manera de prepararse para hacer frente a un posible golpe es que los trabajadores y el pueblo pobre avancen en desarrollar su fuerza de lucha, sus métodos, que fortalezcan sus músculos y su confianza en paros, asambleas, huelgas, tomas de fábricas, movilizaciones de calle, barricadas, etc., ¡y eso es totalmente incompatible con el apoyo al aparato de coacción estatal!

Muy bien, pero si hay un golpe de Estado, ¿cuál es la posición de la LTS?

No hay lugar a dudas, estaremos en la primera línea de batalla contra el golpe, como lo estuvimos en 2002 y 2002-2003 compañeros que hoy somos parte de la LTS. En ese caso estaremos donde haya que estar impulsando y batallando para que se ponga en pie la fuerza obrera y popular en las fábricas, lugares de trabajo y en las calles, con sus métodos, para aplastar una ofensiva reaccionaria de estas características.

Pero hay que ir más allá. Queda claro que la posibilidad de un gobierno más antidemocrático y represivo con las luchas obreras y populares, con las organizaciones políticas de la izquierda no gubernamental, no está solo planteada como producto de un golpe de Estado o una victoria electoral de la oposición, sino que puede venir con este mismo gobierno, no se puede descartar tampoco que un sector militar del chavismo, o con respaldo militar, dé un “golpe de palacio” –es decir, que siga Maduro como presidente pero como figura decorativa–, o incluso que haya un autogolpe. En cualquier circunstancia, la clave es que no encuentre a los trabajadores y el pueblo expectantes, debilitados, ¡mientras se fortalece el aparato represivo!

Por eso el desarrollo hoy mismo de las movilizaciones y métodos de lucha del pueblo trabajador por sus propias demandas, es la mejor manera de ir configurando una correlación de fuerzas favorable para frenar cualquier golpe de Estado. Incluyendo la lucha por la excarcelación y absolución de los obreros presos por luchar, la libertad plena para los que están en libertad bajo presentación, la anulación de todos los juicios por luchar, porque resulta que parte de la vanguardia luchadora de la clase trabajadora y el pueblo pobre permanece con juicios, prohibiciones o incluso en la cárcel, mientras entre los empresarios, la oposición patronal y el gobierno deciden la suerte del país y del pueblo trabajador: ¡para inclinar la balanza en favor de los de abajo, hay que liberar de juicios y prohibiciones a los luchadores!

Esta perspectiva es la mejor manera para que, en caso de golpe, se ponga en pie la enorme fuerza obrera y popular en las fábricas, empresas y las calles, para que derrotemos a la reacción. Pero también para no repetir la historia de 2002 y 2003, donde luego de cada victoria obrera y popular, el gobierno mandó al pueblo a sus casas y administró las derrotas de la reacción para asentar su régimen, mantener en pie todo lo fundamental de la sociedad capitalista, dejando prácticamente intacto el poder económico de la burguesía, ¡ese mismo poder que usan hoy para chantajear al país y al pueblo trabajador!





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