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Periódico / Nacional

Miércoles 16 de junio de 2010

Solo en la edición electrónica

La obligación del trabajo “voluntario” en el gobierno de Chávez

Colaboración de Alba Regas


Es la mañana del viernes 16 de abril, un nutrido grupo de trabajadores de distintas instituciones públicas se ven a lo largo de la avenida Libertador de Caracas, brocha en mano, galón de pintura al costado, sobre el bordillo de las aceras. “Un total de 250 funcionarias y funcionarios públicos realizan estas jornadas desde las 9:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde en las diferentes zonas y parroquias de Caracas para limpiar, pintar aceras, adecuar parques y plazas” [1], reseña Radio Nacional de Venezuela en su página electrónica.

No es la primera vez que grupos de trabajadoras y trabajadores de ministerios y entes públicos adscritos aparecen en distintas partes de la ciudad capital, cualquier día de la semana, incluyendo sábados y domingos, convocados por las autoridades, para realizar actividades de diversa naturaleza. Atienden a la orden emanada del gobierno central, la consigna: “trabajo voluntario”. Así quedó expresado el día 14 de junio de 2009, en Aló Presidente: “Todos tenemos que hacer trabajo y no porque nos paguen algo, no, más allá de eso, del salario, trabajo voluntario, darle valor agregado a la vida, al tiempo útil de la vida sin que terminemos siendo esclavos del trabajo, no, es trabajo libre, trabajadores libres, productores libres y productoras libres” [2].

De esto se desprenden varias consideraciones. Primero, el trabajo voluntario no puede considerarse como tal cuando las autoridades del aparato público del Estado, aprovechándose de su situación patronal, obligan a las (os) trabajadoras (es) a prestar dichos servicios, la mayoría de las veces una vez cumplida la jornada laboral. No es “voluntariado”, es obligación con la amenaza velada de ser despedido si no se hace. Segundo, no se justifica que la responsabilidad del llamado trabajo “voluntario” recaiga obligadamente sobre un sector de trabajadoras (es) públicos cuando, por un lado, una alta burocracia de funcionarios ganan altísimos salarios y, por el otro, la tasa de desempleo nacional es del 8,2% [3]. Y tercero, con esta obligación, una vez cumplida la jornada laboral, alejado de lo establecido en los acuerdos contractuales referidos a días y horas de trabajo, y sin ningún tipo de compensación monetaria, se violan los propios derechos de las (os) trabajadoras (es).

El planteamiento sobre el trabajo voluntario no es nada nuevo, aunque haya podido aprovecharse la conmemoración del nacimiento de Ernesto “Che” Guevara para que el gobierno cínicamente lo ponga como ejemplo. Pero no perdamos de vista la lógica de los acontecimientos. En el contexto de la Cuba revolucionaria de principios de la década del sesenta, El Che expuso las condiciones de una revolución donde fueron expropiadas la burguesía y la clase terrateniente, y fue expulsado el imperialismo, prevaleciendo la lucha necesaria por demoler las relaciones mercantiles de producción; aunque luego el sistema cubano deviniera en una economía burocráticamente planificada y una burocracia se arrogara el monopolio político frente a las masas.

Sin embargo, en la Venezuela bolivariana ni se han trastocado las relaciones de producción ni hay revolución alguna, así actualmente la economía privada es superior a la economía pública y social, como lo demuestran los datos emanados del Banco Central del Venezuela, al cierre del año 2008, donde se indica que el sector privado representó el 69% del Producto Interno Bruto, mientras que el sector público-estatal se situó en un 29%, y la economía social, aunque de carácter privado, en un 2%. Por otro lado, para el 2008, las ganancias patronales (privadas y estatales) representaban el 59% del PIB, mientras los salarios constituían solamente el 28%; por lo que los sectores asalariados obtienen una cuarta parte del valor nacional, mientras los patronos capitalistas (privados y públicos) obtienen más del doble. En cuanto al ingreso nacional percibido por ambos sectores sociales tenemos que en 1998, el 20% más rico del país obtenía más del 53% del ingreso nacional, y el 20% más pobre el 4%. Porcentajes que han variado muy poco ya que en el 2009 el 20% más rico obtiene el 45,6% del ingreso y el 20% más pobre el 5,8%. Queda evidenciado el carácter burgués del estado venezolano que protege los intereses y la estructura capitalistas. Allende al socialismo estará el aparato burocrático del estado burgués mientras prevalezcan este tipo de relaciones mercantiles de producción.

Veamos en asunto más de cerca: en las sociedades capitalitas, desde el punto de vista marxista, la riqueza se presenta como la acumulación de mercancías, “y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza” [4]. En todas las sociedades la utilidad de las cosas es medida por su valor de uso, correspondiente a las propiedades materiales del cuerpo de la mercancía, y por su valor de cambio, que constituye la cantidad de trabajo empleada para la generación de ese valor. La cantidad de trabajo es medida por el patrono como el tiempo de trabajo traducido en días, horas, etc. Lo que hace a las mercancías intercambiables es su valor de cambio. Según Marx “El conjunto de la fuerza de trabajo de la sociedad, representado en los valores del mundo de las mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza humana de trabajo, por más que se componga de innumerables fuerzas de trabajo individuales”. Así pues, la fuerza de trabajo constituye la génesis del salario mismo, al ser cedida por el trabajador (a) al patrono como medio para ganarse la propia subsistencia. El salario es entonces la prestación que el patrono paga al trabajador (a) por el “venta” de su fuerza de trabajo, para transformar valores de uso en mercancías. Por lo tanto, en la sociedad capitalista la fuerza de trabajo traducida en salario es, como dice Marx, “una mercancía, ni más ni menos que el azúcar. Aquélla se mide con el reloj, ésta, con la balanza” [5], que el trabajador intercambia por otras mercancías para el sostenimiento de la propia existencia.

Estas reflexiones, vigentes en la actualidad, nos llevan a decir que en el contexto de las economías capitalistas sólo el salario le puede “brindar” al trabajador los medios “necesarios” para su subsistencia, o mejor dicho para reponer su fuerza de trabajo que le vende al patrón, y que en la casi totalidad de los casos con muchas dificultades por la depauperación de la moneda como medio de intercambio vigente y el alto costo de la vida. La transformación de las relaciones económicas que constituyen la base material de la lucha de clases debe pasar entonces por la eliminación de las relaciones mercantiles de producción. El propio “Che” Guevara, en el documento El socialismo y el hombre en Cuba (1965), expresa que el desplazamiento de las relaciones mercantiles enajenantes pasa por la reapropiación del trabajo por parte de la clase trabajadora hacia la “participación consciente, individual y colectiva, en todos los mecanismos de dirección y de producción” [6]. Sólo así mujeres y hombres pueden hacer trabajo voluntario sin tener que “venderse como mercancías” en aras de una causa, de una transformación radical de la sociedad, es decir de una verdadera revolución social. Los medios de producción pertenecerían a la sociedad, el producto de la fuerza de trabajo empleada ya no sería privado sino social, y se estaría en camino de construir simultáneamente nuevas relaciones morales. Sólo en estas condiciones el trabajo voluntario tendría mucho más sentido.

Las autoridades públicas no pueden arrancar los testimonios de El Che del contexto específico donde fueron elaborados, instaurando el trabajo “voluntario” de forma obligatoria para los empleados públicos para ejercer las labores que otros organismos del estado tienen bajo su responsabilidad y que con los hechos queda manifiesta su ineficiencia y corrupción. El trabajo obligado, y puesto como “voluntario”, fuera de las horas y los días contemplados en los contratos laborales de los (as) trabajadores (as), sin la remuneración salarial correspondiente, constituye una severa violación de sus derechos al esparcimiento, al ocio y al aprovechamiento de los recursos que están a su alcance. El trabajador debe ser libre, sí, pero para la vida.

No se trata aquí de demostrar las relaciones sociales desiguales engendradas por el sistema capitalista, sino de descomponer el sistema capitalista en sí mismo, el régimen, la estructura y el orden que lo sustenta. Sólo así podremos estar en camino de llegar a comprender su espíritu y liberarnos lúcidamente de sus cadenas.

[1Prensa Web RNV/Agencias, 16 de Abril de 2010, 11:11 am. http://www.rnv.gov.ve/noticias/index.php?act=ST&f=28&t=125017

[2Hugo Rafael Chávez Frías, Aló Presidente, Nº 333, 14 de junio de 2009. http://www.debatesocialistadigital.com/Discursos/Discursos%202009/junio2009/hugochavez14dejunio.html

[3Instituto Nacional de Estadísticas (INE), http://www.ine.gov.ve/textospromocionales/fzatrabajoabril10.html

[4Karl Marx, El capital, 1867, Libro primero, volumen 1, sección 1.

[5Karl Marx, Trabajo asalariado y capital, 1849.

[6Ernesto Che Guevara, El socialismo y el hombre en Cuba, 1965.






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