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Otros Artículos / Comunicados, volantes y declaraciones

Lunes 11 de febrero de 2013

MÁS CAPITALISMO PURO Y DURO DEL GOBIERNO NACIONAL, Y UN GOLPE A LOS TRABAJADORES

Zarpazo de Carnaval y nuevos ajustes antipopulares

por Milton D’ León


Una vez más se le cae la careta al gobierno nacional. En medio de los desajustes de la economía lo primero que se les ocurre es aplicar una típica medida de ajuste capitalista, antiobrera y antipopular pechando a los trabajadores y al pueblo, pero ni se les pasa por la cabeza descargar los desbarajustes económicos sobre los capitalistas y las clases dominantes del país. Devaluar la moneda en un 46,5%, pasando de 4,30 a 6,30 bolívares por cada dólar como salida es una demostración más de cómo el gobierno de Chávez cuando las cuentas no le cierran hace lo que todo gobierno capitalista ejecuta, aplicar medidas que atacan al bolsillo de la clase trabajadora.

Si ya la inflación ha venido significando el cobro de un impuesto extremadamente pesado a las masas trabajadoras, el decretazo de la devaluación del bolívar viene a significar otro golpe al salario real, pues a la depreciación se sumará más inflación. Los grandes sectores empresariales de las finanzas, de la banca, de la industria, del comercio, etc., venían exigiendo la devaluación de la moneda, y el gobierno los ha escuchado y les ha cumplido.

Con firma de puño y letra de Chávez, y mostrando el documento firmado frente a las cámaras de televisión, el ministro de Planificación, Jorge Giordani y el presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, anunciaban el decretazo de carnaval de la devaluación de la moneda. Todo para que no quedara ninguna duda de que se trataba de una medida concebida y ejecutada desde lo más encumbrado del gobierno nacional con Chávez a la cabeza –convaleciente desde La Habana-, y que no se trataba de ninguna medida aplicada por alguna “derecha endógena” como ya salieron a decir algunos chavistas que aún se preguntan “¿cómo le hacen esto al pueblo?”. Pues simple y sencillo, como ya hemos visto ejecutar al gobierno en toda crisis económica que se ha vivido en períodos anteriores, aplicar las medidas contra el pueblo, como cuando aumentaba el IVA o mandaba a paralizar las convenciones colectivas, y al que se le rebelara, que para eso tenía a la Guardia Nacional, como se los dijo Chávez a los trabajadores y trabajadoras de Sidor desde Ciudad Piar hace unos años.

El vicepresidente Nicolás Maduro, “cayendo y corriendo” salió a ratificar las medidas anunciadas por Giordani y Merentes, y como ansioso por la estocada muy suelto de cuerpo afirmó “pero ahorita vamos a anunciar otras medidas que faltan”. Es decir, vienen por más, enfatizando también que “estas medidas fueron tomadas por el presidente Chávez desde La Habana”. El gobierno se animó mucho más al conseguir capear por el momento la crisis generada por la ausencia de Chávez, que hasta ahora las únicas señales de vida son los documentos firmados con decretos de ajuste económico. Se dieron cuenta que estaban en condiciones para aplicar las medidas que la “economía necesitaba” y sin pensarlo dos veces se largaron con su paquetazo (incluyendo el aumento de la Unidad Tributaria) con el cinismo de que es “para defenderse del capitalismo”. Y por supuesto, los empresarios y capitalistas están festejando, y la oposición por derecha lo cuestiona, pero demagógicamente y con un doble discurso, pues en realidad afirma que las medidas son insuficientes, es decir, exigían más aún.

¿Por qué esta medida recae sobre los trabajadores, y por qué beneficia a los capitalistas?

Sabemos que toda devaluación produce una disparada inmediata de los precios, es decir, es inflacionaria, aunque si bien el nivel de inflación que se desata tiene mucho que ver con la situación en la que se encuentra la economía en la que se produce la devaluación. En primer lugar porque se incrementan los precios de los bienes finales importados. Todos los bienes que no se producen en el país son adquiridos a precios internacionales los cuales se vuelven más caros si la moneda nacional se devalúa. En segundo lugar, sucede lo mismo con los precios de los bienes intermedios importados, es decir de los insumos necesarios para la producción local de bienes finales. Los precios dolarizados de los insumos provocan un aumento de costos que los empresarios buscan recuperar incrementando el precio final de los bienes que producen. En tercer lugar, aumentan los precios de los bienes que se producen internamente pero que también se exportan. Y recordemos que nuestro país depende de la importación de la mayoría de los productos que consume, a excepción de energía, petróleo, siderúrgica y otros bienes menores de la industria y del agro. ¿Y sobre quién recae todo esto?, sobre la clase trabajadora y el pueblo pobre.

Pero veamos también cómo con esta medida devaluatoria se aumenta la tasa de explotación. Una gran ventaja adicional para los empresarios es que la clave de este “juego” recae sobre los trabajadores. Veamos: hay un “precio” fundamental que se abarata y que beneficia altamente al capitalista con esta devaluación. Ese “precio” es el salario de los trabajadores y las trabajadoras, que muy lejos está de elevarse automáticamente según los aumentos de precios. Ese “precio” tan particular siempre pierde una enorme tajada en todos los procesos devaluatorios convirtiéndose en un factor fundamental de la ventaja capitalista de la devaluación y de lo que burguesmente llaman la “competitividad” internacional. Se les abarata a los patronos el costo de la fuerza de trabajo que emplean.

De esta manera, los salarios desde el punto de vista de su poder de compra, son condenados a una nueva caída real (además de las que ya viene sufriendo por la fuerte inflación de los últimos años, para garantizar la recuperación de las ganancias empresariales). Así tenemos que tanto los sectores exportadores como aquellos que producen para el mercado interno, son altamente beneficiados no sólo por el tipo de cambio, sino también por políticas de contención salarial que el gobierno ya ha venido imponiendo durante el último período. Como vemos la devaluación es un mecanismo muy eficiente para aumentar la extracción de plusvalía abaratando el costo laboral.

Por tanto, los capitalistas están muy contentos con estas medidas del gobierno del “socialismo del siglo XXI”, pues el gobierno nacional no solo les garantiza la continuidad de la lógica capitalista en tiempos “normales”, sino que más aún en tiempos en que la crisis los amenaza… y eso que la crisis capitalista internacional aún no golpea con fuerza en el país. De esta manera, ni corto ni perezoso, el gobierno de Chávez está siguiendo a pie juntillas la receta de la lógica capitalista para que la crisis sea descargada sobre los hombros de la clase obrera y el pueblo pobre. Así tenemos que el salario mínimo en el país, fijado en 2.047,48 bolívares, pasó de 476 a 325 dólares, lo cual significa una caída de 32%, con un simple “decreto” presidencial, pero aún hay más, pues un alto porcentaje de las remuneraciones de la clase trabajadora se ubica por debajo del mínimo y con altos grados de precariedad laboral.

Si ya los capitalistas se benefician reduciendo sus costos y aumentando la explotación o la tasa de plusvalía, también sus beneficios vienen de otra manera. La clave del esquema devaluatorio consiste en mantener el dólar alto y los precios internos bajos (tanto el precio de los salarios como de los costos en general, como ya explicamos). Esta relación permite una “ventaja comparativa”, tanto para los exportadores que reciben dólares por su producción y pagan “costos” bajos en bolívares como para quienes producen para el mercado interno, ya que el dólar alto los protege de la entrada de productos importados y sus costos en bolívares se mantienen devaluados.

Si tomamos en cuenta que el Estado es un exportador, al tener en sus manos la producción petrolera y en sociedad con transnacionales importantes vía las empresas mixtas, un gran beneficiario es el propio Estado, que antes recibía por cada dólar que ingresaba por exportación 4,30 bolívares y ahora podrá recibir 6,30 bolívares, lo que ayuda a aliviar las presiones financieras de la propia petrolera estatal PDVSA, y por tanto al propio fisco. Pero el mismo beneficio es también para las transnacionales petroleras: no olvidemos que en el esquema de las empresas mixtas, las transnacionales son dueñas del 40% de cada sociedad, y por tanto conservan el mismo porcentaje del petróleo que exportan. Pero el negocio es aún más redondo pues no olvidemos que las transnacionales petroleras tienen el derecho a repatriar netamente sus ganancias pero ahora, producto de la devaluación pagando a un 46,5% menos la mano de obra y todos los costos de producción local. Todo esto vale para las otras grandes empresas transnacionales en otras ramas económicas que operan en el país, además del gran empresariado “nacional”.

Hay que hacerle frente a las medidas antiobreras y antipopulares del gobierno… compartidas por el gran empresariado y la oposición burguesa

El gobierno ha empezado a hablar de que no permitirá los aumentos de precios. Pero sabemos que es pura perorata, pues continúan dándose las autorizaciones de aumentos y liberación de precios de los productos básicos regulados y la contención salarial sigue su curso. Son centenares las convenciones colectivas paralizadas por orden del gobierno y con varios años de atraso. Y ahora decretan esta devaluación, que como hemos explicado implican una sistemática orientación de complacencia con los capitalistas y descargar sobre la clase obrera y el pueblo pobre la crisis.

Pero venimos observando cómo se vienen incrementando las luchas por aumentos salariales, para imponer las convenciones colectivas, es decir, una dinámica de no permitir que el salario se continúe devaluando. Sin lugar a dudas este proceso de luchas por recuperación salarial continuará en un curso creciente, y es lo que se observa ya no solo en las empresas de propiedad estatal sino fuertemente en el sector privado, como se expresa en estados como Aragua y Carabobo. Si esta dinámica se impone es importante desde ya la coordinación entre los sectores que salen a pelear, planteándose la unidad en la lucha e imponer una salida de fondo desde el punto de vista de los trabajadores y la necesidad de una respuesta obrera para que no descarguen la crisis sobre los trabajadores.

Hay que hacerle frente al gobierno y las demagogias de la oposición empresarial y de la derecha. Ninguna burguesía nacional, ningún gobierno “progresista”, ningún "Estado regulador" del capitalismo nacional podrá ir más allá de sus propios intereses de clase ni puede encontrar una base social propia para acometer la empresa de la “liberación nacional”, mucho menos ir contra el capitalismo que es ir contra sus propios intereses. Porque la experiencia histórica enseña que para encarar seriamente las tareas anticapitalistas y antiimperialistas se hace imprescindible afectar cada vez más severamente el derecho de propiedad, y en consecuencia es la clase trabajadora como dirigente de toda la nación pobre la única capaz de asegurar dicho objetivo.

Cuando la crisis golpea es indispensable luchar por trabajo para todos en condiciones dignas y con salarios decentes, al mismo tiempo luchar por la más plena democracia sindical y por la irrestricta independencia de los sindicatos con respecto a los patronos y al Estado, que defiende las relaciones de propiedad y explotación. El planteo de la independencia política de los trabajadores es en consecuencia el único punto de apoyo para asegurar que la lucha anticapitalista y antiimperialista pueda ser llevada hasta su conclusión definitiva. Si el capitalismo ya no es capaz de generar más fuentes de empleo para los trabajadores, ni un salario que cubra siquiera la canasta básica para todos y todas, es claro que su hora final ha llegado. Se necesita de la fuerza y movilización organizada de millones para derribarlo y de la construcción de una dirección conscientemente revolucionaria, un partido revolucionario de trabajadores, que le haga frente tanto a los planes de la farsa del chavismo y su “socialismo del siglo XX” como de la oposición derechista.





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