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Periódico / Editorial

Jueves 5 de marzo de 2009

Luego del 15-F, ¿qué?

Preparémonos para la lucha frente a la crisis que se avecina

Consejo Editorial


Pasaron las campañas alrededor de la enmienda. Chávez ganó con cierta holgura, y las felicitaciones sobre el proceso llegaron desde espectros políticos tan diferentes, desde los llamados gobiernos progresistas como el de Bolivia, Ecuador, hasta los más reaccionarios como el de Colombia y Estados Unidos. Hasta el Departamento de Estado de los Estados Unidos, llegó a afirmar que "este proceso, en su mayor parte, fue plenamente consistente con el proceso democrático", como dijera su portavoz Gordon Duguid. Y el propio Müller Rojas reveló que buscan el diálogo con Estados Unidos, afirmando que "estamos buscando ese diálogo y, por cierto, aunque al principio Obama nos golpeó a nosotros, en las últimas declaraciones no lo ha hecho", enfatizando que "cualquier día es propicio para hablar con el presidente Barack Obama", y hasta se ha llegado a sugerir que una eventual reunión entre Estados Unidos y Venezuela, podría registrarse incluso antes de la Cumbre de las Américas, que se celebrará en Trinidad y Tobago el próximo 17 de abril.

Y aunque no lo dicen abiertamente, no sólo los sectores empresariales que representan a la burguesía media y baja que ya están con el gobierno salieron contentos con el resultado, sino que seguramente sectores del alto empresariado se han visto aliviados que en medio la crisis económica que se aproxima sobre el país, prefieran un gobierno con cierta estabilidad política que uno bajo el marco de crisis institucional que le hagan peligrar sus negocios. Esto se ha observado por los mensajes de los distintos altos sectores empresariales del país, afirmando que le tienden un puente a Chávez para trabajar, seguramente como respuesta a la afirmación de Chávez de ser un gran “lanzapuentes”. Es evidente que con este reciente triunfo va en mejores condiciones para la negociación, y volverá a su política del “Pacto Estratégico con los Empresarios” para impulsar “La Venezuela Productiva”, ahora obligado para consensuar medidas de ajuste económico.

Chávez por fin lo ha admitido abiertamente, el impacto de la crisis que se avecina por la caída del petróleo "será duro y difícil". Es que ya no pueden ocultar lo que viene siendo una obviedad, y se está comenzando a sentir. Es que no es para menos la crisis que se avecina. Como hemos venido afirmando en periódicos anteriores, y hoy lo ratifican algunos analistas económicos, la actual coyuntura económica amerita una consideración acerca de un fenómeno peligroso que se está conformando en el país, la estanflación, que no es sino la combinación de estancamiento económico con alta inflación, que según los mismos no se expresaba desde 1979, durante el gobierno de Luis Herrera Campins. Al mismo tiempo que indican que “similarmente, la interrupción de los procesos productivos de las industrias básicas de Guayana, la eventual quiebra de Aluminios del Caroní (Alcasa) y la caída de la producción de Sidor, muestran que la producción manufacturera está en declive”. Y es como también se comienza a expresar en la industria automotriz. Ya se está haciendo común los despidos en la mayoría de los diarios del país, como la Portland Logistic de Venezuela, despidiendo de un solo golpe a 480 trabajadores en días recientes, o en Dasaram C.A., empresa textil, que despidió un primer bloque de 28 obreros y obreras. El propio conflicto de la Mistusbishi fue justamente por el despido masivo de 135 contratados, y así podemos ir sumando los anuncios que a diario comienzan a surgir como noticias.

Es que más allá de las retóricas de Chávez, a las que tiene acostumbrado a todo el mundo, que no pactará conla “oligarquía” y que las misiones sociales son sagradas, lo que vemos es sus reuniones cumbres y hasta públicas con el alto empresariado nacional. El mismo Chávez ya expresó luego de sus retóricas palabras, que analizará las sugerencias y propuestas de los dos posibles candidatos a ocupar la vicepresidencia, José Vicente Rangel y José Albornoz, de mayores negociaciones con el sector empresarial y de la oposición. Pero hay algo más que los sectores empresariales e industriales tomaron nota, que desde el gobierno se ha venido con una política de disciplinar al movimiento obrero, sobre todo a sus sectores de vanguardia que han venido luchando. El caso más emblemático es el que destacamos en estas páginas, la del conflicto de la Mitsubishi, donde tras la violenta represión que dejó por saldo dos obreros muertos, a manos de las fuerzas de represión del estado, luego de que fueran asesinados los tres dirigentes obreros de Aragua a manos de sicarios mandados por la patronal con un crimen completamente impune, es decir, sin ninguna intención del gobierno de llevar a sus mandantes, tal como lo hizo expeditamente durante el caso del empresario Sindoni. En el caso de la Mitsubishi, los trabajadores se enfrentaron a un bloque común del conjunto de la burguesía nacional (tanto la nacionalista-chavista, como la proimperialista) con la burguesía trasnacional, sus jueces, el gobierno nacional y regional, los cuales intentan cerrar la emergencia de un nuevo movimiento obrero, que tras el triunfo de los obreros sidoristas, estaba tomando una dinámica propia. Ha sido una jugada, que si bien no cierra esta dinámica abierta en el mediano y largo plazo, al menos en la coyuntura han sido duros golpes a la clase obrera en esta emergencia que comienza a darse.

Frente a este panorama, los trabajadores y el pueblo debemos prepararnos, pues las medidas de ajuste están en camino. Más aún, como ya vaticinó el actual ministro de Finanzas, que irán contra el movimiento de masas, en medio de una inflación (que no es más que un impuesto continuo sobre los pobres) que no consiguen controlar. Por eso, a los trabajadores, producto de la gran crisis mundial que repercutirá en el país, les esperan fuertes ataques que la llevarán necesariamente más a la acción, y por tanto, enfrentamientos más directos con “su” dirección. Para esta perspectiva debemos prepararnos.

Siendo conscientes que la crisis que se vive a nivel mundial no es una crisis pasajera, sino la crisis más importante del capitalismo desde los años ’30, y que está incidiendo en nuestro país. Una crisis que hoy está mostrando el fracaso de los paquetes de “rescate” que intentan aplicar en distintos países, y de la cual nadie está al margen. Observemos los casos de Argentina, donde los despidos están a la luz del día, como se ve en las automotrices, mientras que desde el gobierno se intenta negociar que los trabajadores acepten la rebaja salarial para mantener los empleos mientras a los patronos se les ofrece subsidios. Sino también el caso de Brasil, hasta ayer presentado como ejemplo a seguir, que ha perdido en el mes de enero alrededor de 850.000 puestos de trabajo, 100.000 de los cuales corresponden a la industria del estado de San Pablo, que concentra el 40% de la producción industrial bruta del país. Y en nuestro país ya se está haciendo sentir en todas las industrias estratégicas nacionales, principalmente del petrolero, pero también en el acero, aluminio, hierro, etc., antes de que pegue de lleno en el territorio nacional, que por el colchón de las amplias reservas internacionales , aún no se ha hecho sentir con todas sus fuerzas.

Por la dinámica de las últimas luchas, se prevé que las que vienen serán duras y tenemos que prepararnos para fuertes enfrentamientos ya que los empresarios, como estamos comenzando a ver, después de haber tenido en estos años fabulosas ganancias, buscan descargar la crisis sobre nuestros hombros. Y esto no solo es en sector privado, como en las automotrices que se llenaron de plata con el boom de ventas de automóviles desde el 2004, sino que también en el sector público, donde empresas como Alcasa amenazan con grandes crisis, en el sector petrolero, y en la propia Sidor se habla ya de ajuste.
Estamos observando cómo la bancarrota capitalista se expresa con más agudeza y a ritmos acelerados en los países centrales que desencadenaron la crisis mundial. Para que la crisis no caiga sobre nosotros es preciso una intervención decidida de la clase trabajadora, levantando una perspectiva independiente. Frente a las suspensiones y despidos hay que plantear el reparto de las horas de trabajo entre todos los trabajadores, efectivos y contratados, a nivel de empresa o de toda la rama, manteniendo el salario. ¡Reparto de las horas de trabajo sin rebaja salarial! Hay que hacer carne este planteo en el conjunto de la clase obrera. La desocupación no es una fatalidad natural a la que los trabajadores debamos resignarnos, sino que es producto que frente a la crisis son los patrones quienes hacen valer sus intereses por sobre los nuestros. Hay que terminar con esto.
Más en general, lo cierto es que a la crisis sólo se le puede hacer frente avanzando sobre la propiedad de los grandes patronales. ¡Que la crisis la paguen los patronos, los grandes banqueros y los terratenientes! Para evitar la fuga de capitales y el giro de ganancias al exterior de bancos y empresas, nacionalizar la banca y el comercio exterior bajo administración de los trabajadores. Es esta además la única forma de evitar certeramente un golpe devaluatorio como el que propicia un amplio arco patronal y que tendrá a los trabajadores como sus principales afectados.

¡Ningún despido ni congelamiento salarial!, ¡Control obrero de las empresas que se declaren en crisis!, ¡Reapertura bajo gestión obrera de las empresas que cierren!, ¡Ningún impuesto más para el pueblo trabajador!, ¡Abajo el IVA!, ¡Ningún aumento del costo de los servicios públicos!, ¡Por la coordinación por la base para definir un plan nacional de lucha unificado!

La tierra es en gran parte propiedad de una minoría selecta. Basta de asesinatos en el campo. Sólo desde el 2001 van 213 campesinos asesinados por terratenientes en el país, y ningún responsable preso. De qué revolución es la de que se habla, si los muertos son siempre de nuestro lado y no se conquista la tierra. Es necesario luchar por una profunda revolución agraria.

Es necesario dejar de pagar la deuda externa e imponer impuestos a las grandes fortunas, con estos recursos y demás recursos del Estado permitirían concretar un verdadero plan de obras públicas para cubrir las necesidades populares en educación, salud, vivienda e infraestructura, lo cual junto a la rebaja generalizada de la jornada laboral -sin tocar el salario- permitiría terminar con el desempleo y los nuevos despidos.





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